Juicios



Verano 1998
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Dos cafés, una sola persona... ansias de compañía, sinónimo de amor. Por qué no estar juntas ante todos cuando el amor sonríe. Por qué en aquel bar una persona debe compartir su ilusión, con su propia sombra, con su propia piel. Un café se va consumiendo ante la ansiedad de la que lo ingiere, el otro, el otro sigue intacto, enfriándose sin dar respuesta. El café que a mi lado estaba, está ahora dentro de mí, su calidez calmó por un instante una ansiedad de amor imprudente, distinto tal vez, una ansiedad que solo desea vivir, que no debe morir. 
El otro café sigue sumiso en el mismo lugar, al principio cálido, deseable, luego tibio, inseguro, mas tarde, frío, prejuicioso y sin entender el porqué de estar allí, en ese intachable bar sin poder ser deleitado de igual manera que el otro café. 
Me fui de aquel bar, la gente no comprendía por qué dos cafés para una sola persona, miraban mi soledad abandonando cualquier respuesta. En ese momento pagué por dos aunque la imagen ante todos era una. 
Mi corazón me pregunta por qué, por qué no poder compartir el silencio de dos cafés sobre una mesa pedidos sin prejuicios, quizás por impotencia, quizás por la incomprensión del por qué no estar juntas en cualquier lugar cuando el amor existe diferente... 
Mi lápiz, mi besos, mi amor, el amor, no desean que aquel café se enfríe, desean que vos reemplaces todas las respuestas que el mundo, la gente se deben... 
¿por qué dos cafés para una sola persona, para un solo amor... de mujer?